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Los Payamédicos pasaron por la ciudad y brindaron una charla sobre la función que realizan

Los Payamédicos pasaron por la ciudad y brindaron una charla sobre la función que realizan

Evalúan abrir un taller o formar más personas del ámbito local. El rol importante permite a personas enfermas o con malestares sobrellevar su situación.

payamedicos

Adriana Kitay es integrante de la ONG Payamédicos y estuvo este sábado en Madariaga en una charla informativa en donde brindó detalles del importante rol que cumplen a la hora de acompañar a enfermos o a personas mayores.

 

Al hablar con División Prensa explicó que la idea es “llevar a la fantasía” a aquellos que la estén pasando mal para que sus cuerpos generen endorfinas y puedan hacer frente al dolor con menos calmantes o medicamentos.

 

Payamédicos Asociación Civil es una organización sin fines de lucro que se trabaja en nuestro país desde el 2002, tras ser fundada por el doctor José Pellucchi, en Mar del Plata desembarcó en 2011 y, desde allí, buscan formar a personas de la región.

 

Las personas que participan en la ONG combinan dos de sus pasiones: la medicina y la teatralidad, con la misión de desdramatizar el ámbito hospitalario a través de la magia y la fantasía. Su principal objetivo reside en ayudar a pacientes hospitalizados, tanto por cuestiones físicas como psíquicas, entablando entre su interpretación de un payaso y el público una conexión emocional que permita contribuir a la salud emocional de los pacientes.

 

“Queremos contar de que se trata para evaluar a los que se puedan sumar. Debemos ver quienes están habilitados para hacer este curso”, explicó Kitay.

 

Para ser Payamédico sólo se requieren dos cosas: un “exceso de potencia por el cual necesitan hacer algo más” para contribuir con las demás personas y ser mayor de 18 años, con el secundario finalizado.

 

La formadora explica que a pesar de tener las mismas nociones erróneas al principio, llegó a unirse a este proyecto y ser parte de una de las primeras generaciones de Payamédicos en actuar en la ciudad.

 

Durante años Kitay tuvo interés en “hacer alguna labor por el otro”, aunque no sabía cómo concretarlo. “Yo toda la vida quise estudiar medicina, pero al final estudié radiología después del secundario, cuando vivía en Buenos Aires. Un tiempo después dejé radiología porque me vine a vivir a Mar del Plata y acá no había carrera de medicina, pero siempre estuvo esa voluntad”, relata.

El proceso de formación

 

La formación de los payamédicos consiste en dos etapas, una de “PayaFormación Artística” y otra de “PayaFormación Conceptual”. Si bien se necesitan ambas para recibir el Certificado de Payamédico, las distintas formaciones pueden realizarse de manera simultánea o comenzar por cualquiera de ellas, sin un orden específico. En total, se trata de una formación que dura 3 meses, distribuidos en 12 clases, y un curso intensivo de medicina de un fin de semana.

 

Por una parte, la PayaFormación artística consiste en un taller de payateatralidad con duración de 3 meses a cargo de formadores habilitados, en el que se obtienen las herramientas correspondientes a un payaso teatral pero adaptado a las características del entorno hospitalario y de la Ética, Estética y Deontología propia de Payamédicos. Esta etapa se utilizan diversos recursos como juegos, la percepción de ritmos con ayuda de la música, técnicas clown de teatro y arte dramático y humorístico para desinhibirse y liberar el cuerpo, y así lograr desarrollar el payaso que va a participar luego de las intervenciones.

 

Y, por otra parte, la PayaFormación conceptual se brinda en el curso de PayaMedicina, con duración de dos meses en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o de un fin de semana de acuerdo a la modalidad intensiva del interior del país. La misma, una instancia teórico-vivencial que incluye también el abordaje de una parte psicodramática, está a cargo del departamento Artístico Académica de la Asociación Civil Payamédicos. Con respecto a esto, Adriana menciona que “más allá de lo artístico (el teatro, los juegos, deshinibirnos), la parte teórica tiene que ver más con lo científico. Por ejemplo, con respecto al exceso de potencia, no hay que hacer las cosas con el concepto de deseo en tanto falta de algo o lo que no tengo, sino con el deseo como exceso de potencia, de tener algo que dar y compartir”.

 

Luego de finalizar la formación para certificarse y obtener su traje de payamédico, cuestión también contemplada en la formación, este personal de la salud comienza a participar en intervenciones escénico-terapéuticas una vez por semana en dispositivos habilitados. Pero arribar al lugar en el que se producen las intervenciones artísticas será sólo el primer paso.

 

Esta actividad, realizada ad-honorem, se lleva a cabo en grupos y siguiendo una metodología a cuatro tiempos, que conlleva aproximadamente entre 3 y 4 horas de trabajo una vez por semana. El primer paso es analizar la información de cada persona que va a integrar el público para conocer que no puede hacer cada paciente, así como sus potencialidades para planificar los juegos a realizar en conjunto con otros payamédicos. Así, primero van a ver de civil los “payapases”, que incluyen el nombre de paciente, número de habitación y patología por la que están siendo atendidos los pacientes, de forma que no puedan reconocerlos directamente sin su disfraz. Esta es una de las principales preocupaciones, ya que si alguien del público ve al payamédico fuera de su vestuario de payaso, “se pierde la fantasía y magia” del juego de interacción terapéutica.

 

Lo siguiente consiste en vestirse con su traje, recordar con sus compañeros las técnicas utilizadas previamente con cada paciente y, posteriormente, realizar la intervención en la habitación, de acuerdo a las estrategias a seguir acordadas con los colegas según la condición del paciente y sus potencialidades en ese momento. Por eso es muy importante que los payamédicos generalmente traten de ser siempre los mismos ante los pacientes para, de esa forma, poder analizar la evolución semana a semana del paciente.

 

Otro factor importante en este aspecto es que la interacción se produce siempre y cuando tengan la habilitación del paciente y según lo que este proponga, evitando completamente trabajar con lo que no puede hacer por su condición. Con respecto a esto Adriana destaca: “No lo hacemos por imposición ni llevamos sólo un show. Es producción conjunta a partir de la improvisación con lo que propone el público”. También aclara que “los payamédicos no tienen historicidad, sólo trabajan en el aquí y ahora”, de manera que sólo de trabaja con aquello que menciona el paciente y el payaso adapta sus recursos a ello.

 

Siguiendo con el proceso, el tercer paso es sacarse el traje y hacer un balance grupal a modo de evaluación, sobre lo vivenciado durante la representación artística. Para cuidarse entre sí cada payamédico expresa las consecuencias que el trabajo dejó en cada uno, y si resulta necesario, realizan una payagrafía. Se trata de una instancia donde, si uno de ellos quedó capturado por una situación que no pudo superar y lo trasladó a lo real, el grupo recrea esa situación para mostrarlo desde otras perspectivas mediante el psicodrama, permitiéndole “soltar” la carga emocional que dejó la intervención.

 

Lo cierto es que hay diversos estudios que han corroborado la capacidad de mejorar la calidad de vida de las personas con este método terapéutico, debido a que la risa produce la secreción de endorfinas en el cuerpo. De acuerdo a los mismos, las endorfinas tienen múltiples efectos positivos para los pacientes como aliviar el dolor o, desde lo emocional, ayudarlos a incrementar el optimismo ante su situación.

 

Por eso, los payamédicos han tomado una gran relevancia dentro del ámbito de la salud durante los últimos años, hasta llegar en mayo del 2015 a oficializarse su actividad en los hospitales de la Provincia de Buenos Aires. El Senado de la provincia aprobó la Ley 14.726 bajo el decreto 533, en la que se creó la figura del especialista en el arte clown como personal médico, con el fin de que estas personas encargadas de brindar tratamientos a los pacientes a través de la risa y la teatralidad puedan dejar de ser sólo voluntarios.

 

Sin embargo, aún cuando se habla de ellos no se puede dejar de evocar al personaje que provocó su conocimiento a nivel mundial y que representa los valores de estos profesionales en el cuidado afectivo del paciente. Como podrán imaginarse estamos hablando de Robin Williams en la piel del médico de la risoterapia y fundador del Instituto Gesundheit!, Hunther Adams, en la reconocida película Patch Adams.

 

Es así que muchas personas, tanto adultos como jóvenes, todavía recuerdan la película y lo indican como uno de los motivos que los llevó a elegir la profesión. “El arte sana”, “la mejor manera de llegar al otro es con el amor” y “la risa cura” son algunas de las frases que se escuchan en los talleres de formación cuando las personas explican sus motivaciones para unirse a la iniciativa.