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La historia de María Alcira y Ana María, dos de las trabajadoras del Hospital recientemente jubiladas

La historia de María Alcira y Ana María, dos de las trabajadoras del Hospital recientemente jubiladas

Una fue costurera y trabajó 41 años. La otra primera dermatóloga de la ciudad y viajaba desde La Plata para atender. Conocelas.

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 El viernes casi una decena de empleados municipales cumplieron con sus años de aportes o alcanzaron el límite de edad y accedieron a su jubilación. Cada uno de ellos con historias y anécdotas diferentes acerca de su paso por la comuna. División Prensa dialogó con dos de ellos para conocer sus historias: María Alcira Phoyú, la costurera del Hospital, y Ana María Luna, la primera dermatóloga de la ciudad.

Para María Alcira el paso de los años la tuvo entre máquinas Singer y telas para confeccionar uniformes, ropa de sala y cortinados. Ingresó en 1977 para cumplir una suplencia y de allí pasó al Hogar de Ancianos.

Desde el inicio de sus labores los uniformes fueron cambiando de formato y también de colores. Cada sector tenía el suyo: los médicos siempre de blanco, el personal de servicio y enfermeras de verde y los de lavadero usaban a cuadrillé. Siempre ella debía confeccionarlos.

De una Singer a pedal, con el paso de los años, se llegó a una eléctrica. Primero de las comunes, según nos cuenta, y ahora una de las profesionales. “Siempre fui bien tratada y nada tengo para quejarme”, indica al hacer referencia a los distintos directivos que fueron pasando por el centro asistencial.

Para su futuro, tras este retiro, ella piensa en seguir haciendo costuras. Incluso no descarta ir a visitar a su compañera de área en el sitio en donde ejerció tareas durante 41 años.

Por otro lado, Ana María Luna sostiene que fue la primera dermatóloga en atender pacientes en la ciudad. Arrancó en la Clínica Carri, ad honorem, y de allí pasó al Hospital.

Vivía en La Plata y viajaba, cada 15 días, en colectivo para cumplir con sus pacientes hasta que en 1988 decidió radicarse en Madariaga para ejercer tareas durante 16 años en el Ana Rosa S. de Martínez Guerrero.

“El trato fue muy bueno y era un hospital chico y de pocos recursos con pabellones separados y nos conocíamos todos. Fui la primera y mi especialidad que era un tanto desconocida”, explica.

Sobre el crecimiento del Hospital indica que antes sólo se tomaban radiografías y se atendía en consultorios, además de alguna cirugía de emergencia. Hoy, para ella, todo avanzó y creció. “Me fui adaptando como hay que adaptarse a todo lo nuevo cuando. Se fue creciendo físicamente y hasta costaba acomodarse en su momento. Antes había mucho espacio verde y se fueron haciendo cosas nuevas”, indicó.

Durante la entrevista suelta nombres de profesionales reconocidos que estuvieron junta a ella como los doctores Azpirolea, Lopérfido, Baltar o Pussetto.

“El mensaje es muy lindo trabajar con respecto a esto en la parte publica es el lugar donde tiene acceso todo el mundo y cosecha amistades a lo largo del tiempo”, dice al despedirse de la entrevista.