El Hospital Municipal cumple 93 años desde su apertura
El centro asistencial se encuentra a la vanguardia regional por su calidad y cantidad de prestaciones.
Un día como hoy pero de 1925 abría sus puertas el Hospital Municipal de General Madariaga que, años después pasaría a llamarse Ana Rosa Schlieper de Martín Guerrero, esposa del senador Guillermo Martínez Guerrero quién propuso, en 1922, la construcción del centro sanitario.
Ya en 1920 se hablaba acerca de la necesidad de encarar la obra porque “La casa – hospital” que funcionaba por ese entonces no lograba cubrir las necesidades de una sociedad que crecía constantemente.
El abril de 1922, el intendente municipal, Juan M. Bidou, convocó a un grupo de señoras para reorganizar una antigua Comisión de Damas que atendía a las necesidades y sostenimiento de la primera Casa – Hospital que funcionó desde el 1 de diciembre de 1913, en una vivienda cedida por Don Benjamín Zubiaurre y ubicada en la calle Rivadavia, donde en la actualidad se encuentra la Escuela Nº 501.
Tiempo después, en noviembre de 1923, se colocó la piedra fundamental con la presencia del gobernador bonaerense José Luis Cantilo en medio de una celebración que convocó a centenares de personas.
Fueron años de intensas labores ante autoridades y de recolección de fondos por parte de familias de clase media y alta de la sociedad local.
Las damas que dirigía Ana Rosa Schlieper para juntar el dinero pertenecían a la Conferencia de San Vicente de Paul y la presidentas honorarias de esa organización eran Josefina Anchorena de Madariaga, Adela Casá de Pearson y Catalina Guerrero de Martínez Ituño. Como secretaria estaba Deliébana de Pastorino, la prosecretaria Isabel de Martino, la protesorera Juana de Etchepare, la ropera Ciríaca de Bereille, y las vocales Ernestina de Echandi, Josefina de Aulita y Elena de Meoqui.
En su discurso inaugural, Ana Rosa expresó la felicidad de llevar adelante el “anhelo de lograr la grata y, a la vez, difícil tarea que nos impusimos al fundar hace tres años la Comisión Pro Hospital y Asilo, dos de las grandes necesidades del pueblo y el clamor general de los habitantes de esta zona.
Llevar hasta el fin, he dicho, pues el conseguir los fondos para su edificación, construirlo e inaugurarlo no hubiera sido terminar la obra en sí, sino también preocuparnos por el sostenimiento ya que, ni el pueblo ni la municipalidad de General Madariaga están en condiciones económicas de afrontar los gastos que este edificio ocasiona.
Felizmente, compenetrado el gobierno de la provincia de esta gran necesidad, y velando por la salud de los habitantes de esta zona no vacila en hacerlo efectivo aportando los recursos necesarios para su buen funcionamiento.
Al ponerlo hoy en manos del gobierno, que se halla representado en este acto por el ministro de obras públicas Rodríguez Jaureguy, creemos haber cumplido con nuestra misión y vemos nuestra obra coronada con la mayor de las recompensas.
Desde mañana el pueblo de General Madariaga recogerá los frutos y beneficios de esta generosa obra de gobierno y el nombre del gobernador Cantilo y sus ministros quedará en la historia de este pueblo con lazos de eterno agradecimiento”.
Su construcción es llamativa y lo diferencia de muchos centros asistencias. De hecho un informe elaborado años después por la dirección de higiene y salubridad bonaerense indicaba que “no se ha hecho ninguna economía en su construcción”. Por el contrario, se ha buscado la comodidad y el lujo. Todo en él es costoso y podría decirse que artístico. Se aleja mucho del tipo común de esta clase de establecimientos, por lo general sencillos y fríos. Más que un nosocomio parece una casa de retiro para adinerados. Las salas de enfermos comunes son aireadas y luminosas. Las piezas para pensionistas escapan a toda ponderación y están amuebladas con gusto y riqueza.